Luego de que el presidente de la Nación Javier Milei anunció la publicación del mega decreto de necesidad y urgencia que incluye una gran cantidad de reformas para desregular la economía, se hicieron escuchar las primeras reacciones de la ciudadanía porteña.

Los barrios porteños de Barracas, Palermo, Once, Almagro, Villa Crespo y Belgrano, entre otros, fueron de los primeros en los cuales los vecinos reaccionaron con cacerolazos desde sus hogares y también se escucharon bocinas por las calles. 

Caballito no fue la excepción, siendo el punto de encuentro y como suele suceder, la emblemática esquina de las avenidas Acoyte y Rivadavia.

Por un lado, desde las 21 horas usuarios de redes sociales comenzaron a compartir los videos de lo que sucedería más tarde, cuando desde los diferentes barrios las personas con sus cacerolas comenzaron a avanzar a pie y de forma espontánea hacia la zona del Congreso

Allí, la protesta duraría hasta la madrugada. Fue como una especie de dejavú del 2001. 

Los anuncios

«Son 300 reformas diseñadas para desarmar regulaciones», explicó el presidente Milei respecto al DNU. También anunció que va a llamar sesiones extraordinarias. Fue un mensaje grabado.

Además, antes de enumerar unas 30 derogaciones de los 300 puntos que contendrá el decreto, el presidente criticó la expansión del Estado. «En una sociedad colectivista como Argentina, todo está prohibido con excepción de lo que está permitido por los políticos», dijo al respecto. 

Por último, después de aquel anuncio, allá por el 20 de diciembre, las protestas en diferentes esquinas de punto de encuentros en los barrios continúan al menos una vez a la semana siendo el epicentro de cacerolazos de menor intensidad

A esto, vale decir, se le vienen sumando discusiones asamblearias, como sucedió también en aquel recordado 2001. 

El interrogante que surge es, asamblea y cacerola, ¿hasta cuándo? El presente económico plantea un escenario de protestas aún persistentes. 

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