En la esquina de Neuquén y Espinosa, este bar resistió al paso del tiempo y se volvió refugio futbolero para hinchas de Ferro y otros clubes.

En el corazón de Caballito, hay un café que hace vibrar el barrio con cada partido. El Viejo Buzón, en la esquina de Neuquén y Espinosa, es mucho más que un bar: para muchos, es un pedazo de tablón fuera de la cancha, donde se respira fútbol, historia y barrio en partes iguales.

Fundado en 1987, este tradicional café se consolidó como un punto de encuentro para los vecinos de la Comuna 6, y especialmente para los hinchas de Ferro Carril Oeste, que lo sienten como una prolongación natural de la tribuna. Las camisetas firmadas, banderines y fotos en blanco y negro que decoran sus paredes no solo reflejan una pasión, sino también una forma de vida que se transmite entre generaciones.

A diferencia de otros bares temáticos, El Viejo Buzón no nació con la intención de convertirse en un café futbolero. Fue la costumbre barrial, la cercanía con el club y la fidelidad de los vecinos lo que moldeó su identidad. Con el tiempo, fue acumulando recuerdos, objetos de culto y visitantes ilustres. Hoy, cualquier mesa puede ser escenario de debates encendidos sobre tácticas, jugadores o partidos que marcaron época.

El bar toma su nombre de un buzón rojo de época, que permaneció durante décadas en la vereda. En 1999, el Correo Argentino lo retiró por estar fuera de funcionamiento. Sin embargo, el reclamo vecinal no tardó en llegar. En apenas trece días, los vecinos lograron que fuera reinstalado, gesto que selló el vínculo entre el bar y la comunidad. Desde entonces, el buzón es parte del paisaje, y también un símbolo de identidad.

Durante la semana, El Viejo Buzón funciona como un café de barrio clásico: desayunos, almuerzos, sobremesas, charlas tranquilas. Pero los fines de semana, y sobre todo cuando juega Ferro, se transforma. Las mesas de madera se llenan de hinchas y las paredes escuchan discusiones apasionadas sobre esquemas tácticos y decisiones arbitrales, mientras circulan cafés, cervezas y comidas típicas argentinas.

Aunque la mayoría de los habitués son hinchas verdolagas, también lo visitan vecinos simpatizantes de River, Boca, San Lorenzo y otros clubes, que encuentran en el bar un espacio de respeto mutuo. Incluso han pasado por allí exjugadores, periodistas deportivos y otras figuras del fútbol argentino, atraídos por la mística del lugar.

Mientras muchas esquinas del barrio cambiaron de fisonomía, y proliferaron las cadenas de cafeterías con estética homogénea, El Viejo Buzón resiste. No solo por su ambientación, con vitrales, barra antigua y decoración de época, sino porque mantiene el espíritu barrial intacto. En tiempos de transformación urbana, este tipo de espacios cumplen un rol fundamental para preservar la memoria colectiva y fortalecer los lazos vecinales.

 

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