En Parque Centenario.

Del 27 de octubre al 5 de noviembre, Buenos Aires vuelve a convertirse en el epicentro del circo contemporáneo con la novena edición del Festival Internacional de Circo Independiente (FICI). Con propuestas arriesgadas, emotivas y muchas veces sin palabras, este evento autogestionado deja una marca en plazas, teatros, barrios populares y, sobre todo, en el corazón del público. Uno de los momentos más esperados es la gala de apertura en El Anfi, el histórico Anfiteatro de Parque Centenario, que ofrece un espectáculo al aire libre y para toda la familia.
Un festival que respira calle, sala y comunidad
El FICI nació en 2015 de la mano de Proyecto Migra y El Galpón de Guevara. Con el tiempo, se consolidó como una plataforma clave para la difusión del circo contemporáneo en América Latina. Su propuesta artística es amplia y ambiciosa: espectáculos nacionales e internacionales, de sala y de calle, de entrada gratuita, a la gorra o paga, pensados para todos los públicos. Este año llegaron compañías desde Bélgica, España, Italia y Argentina, con funciones que recorrieron espacios emblemáticos como el Parque de los Andes, Plaza Francia y la carpa de la UNSAM, pero también barrios populares como la Villa 31 y el Barrio Zavaleta.
Leticia Vetrano, acróbata, clown y directora del festival, lo define así: “Es un festival que se hace con mucha tripa, que busca representar al circo en todas sus expresiones y estilos. Soñamos con acercar el género a todos los espacios, a los teatros, a las villas, a los espacios públicos”.
Gala de apertura: magia circense bajo las estrellas
El 29 de octubre, El Anfi —nombre con el que se conoce popularmente al Anfiteatro Eva Perón— volverá a ser escenario de cultura al aire libre. Inaugurado en 1953 para acercar las temporadas del Teatro Colón al gran público, hoy su programación abarca desde música clásica y tango hasta ciclos infantiles y de música urbana. En esta ocasión, será el epicentro del FICI con una gala abierta a toda la comunidad.
La apertura reúne artistas locales y extranjeros, con Javier Marra como maestro de ceremonias: actor, trapecista y payaso que hilvanó las distintas escenas con carisma y humor.
Obras que rompen moldes
El FICI apuesta a un circo con contenido: provocador, poético, político. Desde Bélgica llega One Shot, un espectáculo sin palabras que fusiona palo chino, música en vivo y manipulación de hachas. La obra ya acumula más de 300 funciones por Europa y fue recibida en Buenos Aires con ovación.
En la línea de las propuestas internacionales, la italiana Verónica Capozzoli presenta A-MEN, una potente relectura de la Virgen María desde una perspectiva queer y ochentosa. Por su parte, B.O.B.A.S., de la española Jimena Cavalletti, convierte un funeral fallido en una comedia hilarante protagonizada por tres payasas músicas.
La escena local también se hará presente con obras como Waminix, un distópico grito de rebeldía contra la alienación; Ensayo de una catástrofe, que indaga en las emociones frente a un desastre inminente; y Los santos, coproducción con España que combina circo minimalista y teatro de objetos en una historia grotesca de amor entre ruinas.
Una comunidad que no para de crecer
Además de las funciones, el FICI ofrece actividades como olimpíadas circenses, funciones en plazas, y una gala experimental dirigida por Guillermo Angelelli, referente del clown argentino.
El cierre será el 5 de noviembre en el Galpón de Guevara, con una función de variedades presentada por Nico Gentile, actor, mago y clown.
Cultura independiente que interpela y transforma
El FICI no es solo un festival: es una apuesta política y artística. Una red de artistas y gestores que trabajan todo el año con una convicción común: llevar el circo a todos los rincones, visibilizar sus múltiples formas y hacer de cada función un encuentro transformador.
Con apoyo del Mecenazgo del Ministerio de Cultura de la Ciudad y el acompañamiento de Fundación Santander Argentina, el FICI demuestra que la cultura independiente no solo sobrevive, sino que crece, se reinventa y desafía los márgenes.
Porque el circo, como el arte, sigue siendo una forma de resistencia, una celebración del cuerpo, del juego y del encuentro.
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