Padres y madres del barrio denuncian a un hombre que graba a chicas adolescentes y publica los videos en redes. Fue detenido pero liberado a las pocas horas.

El barrio de Caballito se encuentra en vilo ante la denuncia de padres y madres de distintas escuelas que alertaron sobre la presencia de un hombre acusado de perseguir y grabar a adolescentes en la vía pública. Según los testimonios, el individuo, identificado como Megan Ruiz, de 40 años, sube esos videos a sus redes sociales, especialmente a TikTok, donde realiza comentarios de tono sexual. Si bien fue demorado por la policía tras la denuncia, quedó en libertad a las pocas horas porque su accionar no fue considerado un delito.

Ruiz vive en el barrio y ofrece clases particulares. La situación salió a la luz cuando comenzaron a circular entre las familias los videos donde se lo ve filmando a chicas que caminaban por la zona de escuelas y plazas, como el Instituto Ntra. Sra. de la Misericordia y el Instituto Argentino Excelsior, la Plaza Misericordia, el Parque Rivadavia y la Plaza del Ángel Gris. En los registros, que fueron eliminados de las redes luego de la denuncia, se lo escucha cantar canciones con contenido obsceno y realizar comentarios en los que aludía a su preferencia por “las chicas de 51 al revés”, en referencia a menores de 15 años. También se autodenominaba “team pollera” y se jactaba de tener videos de adolescentes con poca ropa o sin ropa.

Los padres y madres entregaron a la Justicia el material disponible, junto con el nombre completo y la dirección de Ruiz, con la esperanza de que se avanzara en una investigación. El rector del Instituto Excelsior fue uno de los primeros en radicar la denuncia formal: “en cuanto nos enteramos me reuní con el director del turno mañana y el presidente de la cooperativa e hicimos la denuncia en la comisaría 13, a partir de ahí nos dijeron que iban a poner móviles a recorrer los alrededores de la escuela”.

A la denuncia  se sumaron otras familias que lograron guardar más videos y capturas antes de que fueran eliminados: “varías madres hicimos la denuncia, adjuntamos a la denuncia del rector, hubo denuncias particulares, hay denuncias que se hicieron vía online y a raíz de la viralización nos enteramos las zonas donde anda”. Sin embargo, la respuesta judicial fue limitada: tras ser demorado, el acusado fue liberado porque los hechos encuadraron como contravención y no como delito. 

“Nos enteramos hace pocos días, cuando empezaron a compartirse los videos entre los grupos de padres. Él filmaba a las chicas de espaldas, les cantaba lo que supuestamente les quería hacer y después lo subía a TikTok. Sabemos que estuvo preso por tenencia de estupefacientes por dos años y ahora anda haciendo esto”, relató una madre. Otra agregó: “Se maneja con total impunidad. Se burla de nosotras, se ríe y nos desafía. No podemos quedarnos tranquilas”. Además, se informó que en sus videos, el acusado comparte “tips” para poder accionar sin ser detenido. 

El temor crece entre las familias, que comenzaron a organizarse para acompañar a sus hijas durante los traslados y reforzar las denuncias. Buscan también contactar a otras posibles víctimas para que sumen pruebas: “Es acá de la zona de Caballito, estamos intentando localizar a las familias de las niñas que son filmadas y subidas a sus redes sociales para poder hacer que esas familias se acerquen a la comisaría y puedan denunciar, así la fiscalía toma cartas en el asunto. Queremos que nos escuchen un poco más”.

Algunas madres contaron que el acusado incluso intentaba acercarse a las chicas para regalarles golosinas, lo que encendió aún más las alarmas. Los padres piden que se evalúen medidas que impidan el acercamiento del hombre a los colegios y espacios públicos frecuentados por adolescentes.

La viralización de los hechos puso en el centro del debate la necesidad de fortalecer los mecanismos legales para actuar frente a estas situaciones. Las familias reclaman que las autoridades actúen antes de que la situación escale y se produzcan daños mayores. En el barrio, la sensación de inseguridad se mezcla con la bronca y la impotencia, mientras los vecinos exigen una respuesta concreta que permita proteger a los estudiantes y evitar nuevos episodios de acoso en el espacio público.

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