Los cortes de calles disminuirán más del 40%.

La Ciudad Autónoma de Buenos Aires vivirá un Carnaval distinto este verano. El jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, anunció que se reducirán drásticamente los corsos callejeros, pasando de 22 a solo 8, lo que implica una baja del 64% respecto al año anterior. La medida, que se enmarca en un plan de reordenamiento vial, fue presentada como un avance en la optimización de la movilidad urbana. Sin embargo, encendió alarmas en el ámbito cultural: la comunidad murguera se declaró en «estado de alerta y movilización».
Según detalló Macri, la cantidad total de jornadas de corte bajará de 111 a 60, mientras que los cortes máximos por noche pasarán de 47 a 27. En total, se reducirá un 43% la cantidad de cortes de calle, pasando de 347 a 198. “Este año se va a disminuir a ocho el número de corsos por el Carnaval en las calles”, afirmó el mandatario porteño, destacando su compromiso con una Ciudad “más ordenada y disfrutable para todos”.
A los ocho corsos callejeros se sumarán otros seis en plazas y uno en el Polideportivo Colegiales, totalizando 15 celebraciones oficiales. La distribución de los corsos será la siguiente:
Corsos callejeros:
- Boedo
- Mataderos
- Villa Pueyrredón
- Villa Urquiza
- Saavedra
- Villa Crespo
- Nueva Pompeya
- Villa Lugano
Corsos en plazas:
- Anfiteatro Parque Lezama (San Telmo)
- Plaza Ricchieri (Devoto)
- Plaza Unidad Latinoamericana (Palermo)
- Plaza Unidad Nacional (Villa Lugano)
- Plaza Martín Fierro (San Cristóbal)
- Plaza Irlanda (Flores/Caballito)
Un recorte que generó rechazo en las murgas
La fuerte reducción en la cantidad de corsos generó un inmediato rechazo por parte de la comunidad murguera porteña, que considera que se está cercenando una tradición popular de profunda raíz barrial. Por este motivo, anunciaron que están en «estado de alerta y movilización» frente a lo que consideran un recorte injustificado del festejo tradicional.
«Estamos organizando un plan de acción frente a la intención de recortar esta fiesta, que es un lugar histórico de resistencia cultural y popular. Siempre se ha caracterizado por eso», expresó a Télam Felipe Fiscina, director del centro murga Los Arlequines de la R y delegado de las murgas porteñas, una red que agrupa a 130 agrupaciones y más de 15.000 personas.
El recorte, aseguran desde el sector, no solo implica menos espacios de expresión, sino también una pérdida del contacto directo con los vecinos y vecinas en los barrios, y una desvalorización del rol cultural y social que las murgas desempeñan en los territorios.
El origen del Carnaval: más allá del entretenimiento
El Carnaval no es solo música, colores y disfraces: es una tradición con siglos de historia. Su origen se remonta al Imperio Romano, donde se celebraban las Saturnales, fiestas en honor a Saturno, dios de las cosechas. Con la expansión del cristianismo, estas celebraciones se transformaron y dieron origen al actual Carnaval.
El término proviene del latín carne vale, que significa «adiós a la carne», ya que se celebraba justo antes del inicio de la Cuaresma, periodo en el que los fieles se abstenían de consumir carne. En este contexto, el Carnaval se convirtió en una válvula de escape, un momento de desahogo antes del recogimiento religioso.
También se vincula a la figura de Momo, personaje de la mitología griega símbolo de la burla y el desenfado, que solía aparecer enmascarado. De allí proviene la tradición de los disfraces y el espíritu lúdico de estos días, donde “casi todo está permitido”.
En la Ciudad de Buenos Aires, el Carnaval tiene una larga historia de expresión popular, resistencia y organización comunitaria. Las murgas, declaradas Patrimonio Cultural de la Ciudad en 1997, cumplen un rol central en esa historia. Su presencia en los barrios, su vínculo con la identidad barrial y su rol social son parte del ADN del Carnaval porteño.
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